Conocido como el “oro líquido”, el aceite de argán es un potente aliado natural para el cuidado de la piel. Extraído de las semillas del árbol de argán (Argania spinosa), originario de Marruecos, este aceite es rico en antioxidantes, vitamina E y ácidos grasos esenciales que favorecen la producción de colágeno.
Entre sus múltiples beneficios destaca su capacidad para estimular la síntesis de colágeno, mejorando la elasticidad y firmeza de la piel. Además, protege las fibras existentes del daño causado por radicales libres, lo que previene el envejecimiento prematuro.
Gracias a compuestos como los polifenoles y la vitamina E, el aceite de argán combate el estrés oxidativo, reduce líneas de expresión y mejora la apariencia general de la piel. También actúa como regenerador celular, ayudando a la reparación de la barrera cutánea y a mantener la hidratación.
Sus propiedades antiinflamatorias alivian condiciones como acné o dermatitis, mientras que sus efectos regeneradores ayudan a atenuar cicatrices y manchas. Aunque no reemplaza el protector solar, ofrece una protección natural frente a agentes ambientales.
Puede aplicarse directamente sobre la piel limpia, mezclarse con cremas hidratantes o utilizarse en mascarillas caseras para potenciar sus efectos rejuvenecedores.