La reciente actuación de Joe Biden en el primer debate presidencial ha desatado una tormenta de especulaciones sobre su capacidad para continuar en la carrera por la reelección. Aunque el presidente y su equipo insisten en que no contempla retirarse, el clamor por un posible reemplazo crece en los círculos demócratas.
Si Biden decidiera dar un paso al costado, algo improbable según sus declaraciones, el Partido Demócrata se enfrentaría a un escenario sin precedentes recientes. La vicepresidenta Kamala Harris surgiría como la opción más lógica, pero su nominación no sería automática y tendría que competir por el apoyo de los delegados.
Otros nombres que resuenan en el panorama político incluyen al carismático gobernador de California, Gavin Newsom, y al secretario de Transporte, Pete Buttigieg. También se mencionan figuras como Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan, y JB Pritzker, gobernador de Illinois, quienes han ganado notoriedad nacional.
Sin embargo, el proceso para reemplazar a un candidato presidencial en esta etapa es complejo. Las reglas del Partido Demócrata no contemplan un mecanismo claro para sustituir a un candidato que ya ha asegurado la nominación. Los casi 3,900 delegados ganados por Biden en las primarias tendrían que ser reconquistados por cualquier aspirante nuevo.
El escenario recuerda vagamente a 1968, cuando Lyndon B. Johnson decidió no buscar la reelección, llevando a una contienda interna que finalmente ganó su vicepresidente, Hubert Humphrey.
Por ahora, Biden mantiene su determinación de continuar en la carrera, respaldado por su familia y equipo de campaña. No obstante, la incertidumbre persiste, dejando a los demócratas en una encrucijada mientras se acercan las elecciones de 2024.