Este miércoles 7 de mayo, a las 16:30, se iniciará en la Capilla Sixtina el Cónclave que definirá al sucesor del Papa Francisco. Un total de 133 cardenales menores de 80 años, con derecho a voto, se reunirán bajo completo aislamiento para dar inicio a uno de los procesos más emblemáticos y enigmáticos de la Iglesia Católica.
El Vaticano ha dispuesto un estricto protocolo de confidencialidad: los cardenales estarán sin contacto con el mundo exterior, sin teléfonos ni dispositivos electrónicos, hasta que se alcance una decisión. El objetivo es garantizar la absoluta discreción de las deliberaciones.
La elección del nuevo Papa es un proceso espiritual y político de alta complejidad. Aunque aún no hay consenso claro, ya suenan algunos favoritos como el filipino Luis Antonio Tagle, el húngaro Péter Erdő, y el canadiense Marc Ouellet. También hay candidatos de segunda línea y outsiders, como el africano Dieudonné Nzapalainga o el argentino Víctor Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Sin embargo, la historia del cónclave demuestra que el nuevo pontífice puede surgir como un “tapado” o figura inesperada. La señal que marcará el fin de esta elección será la fumata blanca, indicio del nuevo Papa y del inicio de una nueva etapa para la Iglesia.

