Expertos coinciden en que la cúrcuma y el jengibre, dos raíces originarias de Asia, forman una dupla poderosa con beneficios comprobados para la salud digestiva, inmunológica y metabólica. Ambas pertenecen a la familia Zingiberaceae y son ampliamente utilizadas tanto en medicina tradicional como en investigaciones modernas.
La cúrcuma, gracias a su principio activo, la curcumina, posee potentes propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y reguladoras del metabolismo. Diversos estudios sostienen que ayuda a prevenir la formación de grasa corporal, mejora la sensibilidad a la insulina y protege contra el daño celular, siendo clave para personas con riesgo de obesidad o diabetes.
Por su parte, el jengibre alivia las náuseas, estimula la serotonina, reduce el apetito y acelera el metabolismo, favoreciendo la quema calórica natural. También se utiliza como analgésico natural y promotor digestivo, ideal para dietas orientadas al bienestar.
Cuando se combinan, sus efectos se potencian. Estudios destacan que la mezcla reduce inflamaciones crónicas, fortalece la inmunidad y mejora la salud cardiovascular. Además, se considera eficaz para el control del dolor sin recurrir a fármacos tradicionales.
Los expertos sugieren consumir estas raíces en infusiones, batidos o shots con pimienta negra y cítricos para una mejor absorción.

