viernes, abril 18, 2025

Elecciones en Venezuela libertad o sangre

En vísperas de las elecciones presidenciales en Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro intensifica su estrategia de represión y control, dejando en evidencia la falta de garantías democráticas en el proceso electoral. El partido opositor Vente Venezuela ha denunciado una «ola de represión» contra líderes políticos en diversos estados del país, alertando a la comunidad internacional sobre la situación y exigiendo el cese de la persecución.

La maquinaria de intimidación del régimen se manifiesta no solo en acciones directas contra opositores, sino también en actos de vandalismo atribuidos a la llamada «Furia Bolivariana», grupo afín al gobierno que ha realizado pintadas amenazantes en municipios como Guásimos, Táchira.

Mientras tanto, Maduro ha orquestado un escenario de observación electoral a su medida. El canciller Yván Gil ha recibido a delegaciones de países aliados como Rusia, China y Turquía, naciones conocidas por sus propias deficiencias en materia de transparencia electoral. Observadores de estas naciones, junto con ex presidentes cercanos al chavismo como Leonel Fernández y Ernesto Samper, contrastan con la ausencia de veedores críticos o independientes.

La deportación del ex diputado español Víctor González, de Vox, invitado por la oposición, subraya la hostilidad del régimen hacia cualquier escrutinio externo no alineado con sus intereses. Este incidente se suma a una serie de acciones que buscan limitar la presencia de observadores imparciales.

A pesar del ambiente de intimidación, la oposición mantiene su determinación de participar en los comicios. El Comando con Venezuela, asociado a María Corina Machado, ha reafirmado la voluntad ciudadana de ejercer el derecho al voto, considerando estas elecciones como un momento histórico para el país.

El contraste entre la exclusión de observadores críticos y la bienvenida a delegaciones de regímenes autoritarios pone de manifiesto la naturaleza cuestionable de estas elecciones. La comunidad internacional observa con preocupación un proceso electoral que, lejos de ser una expresión democrática, se perfila como un ejercicio de consolidación del poder autoritario de Maduro.

Ante este escenario, crece la preocupación de que Maduro se niegue a entregar el poder incluso ante un resultado adverso, lo que podría desencadenar una peligrosa escalada de tensiones y, en el peor de los casos, una guerra civil en Venezuela. Esta posibilidad mantiene en vilo tanto a la población venezolana como a la comunidad internacional, que observa con aprensión el desarrollo de estos comicios cruciales para el futuro del país.

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