La reciente elección legislativa en Francia ha dejado al país en un punto muerto político. La extrema derecha de Agrupación Nacional (RN) ha sido relegada al tercer lugar, detrás de la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) y los centristas del presidente Emmanuel Macron. El NFP, una alianza formada apresuradamente, se ha convertido en la mayor fuerza del parlamento.
El primer ministro Gabriel Attal, aliado de Macron, inicialmente planeaba renunciar, pero ha decidido quedarse a pedido del presidente, buscando estabilidad en medio de la incertidumbre. Sin embargo, la falta de una mayoría absoluta complica la formación de un nuevo gobierno, justo antes de los Juegos Olímpicos en París.
Macron convocó a elecciones anticipadas en un intento de frenar a RN, pero la estrategia no funcionó. En cambio, los votantes se movilizaron para evitar que la extrema derecha tomara el poder, resultando en una victoria fragmentada.
Jean-Luc Mélenchon, líder del NFP, ha proclamado la victoria y exige que Macron reconozca su coalición. No obstante, la falta de una mayoría clara deja incierto quién será el próximo primer ministro. Entre los posibles candidatos están Marine Tondelier, Olivier Faure y Raphaël Glucksmann.
La política francesa enfrenta ahora una fase de negociaciones y posibles alianzas mientras la nueva Asamblea Nacional se prepara para reunirse. La pregunta clave es si habrá un acuerdo sobre el liderazgo antes del inicio de los Juegos Olímpicos, o si el país continuará en un estado de incertidumbre política.