El Gobierno de Estados Unidos cerró oficialmente tras fracasar un acuerdo de financiación en el Congreso, en medio de un fuerte estancamiento entre republicanos y demócratas. Se trata del primer cierre desde 2019, provocado por las diferencias en torno a la extensión de subsidios del Obamacare.
Los republicanos insisten en aprobar un plan temporal de siete semanas sin cambios, mientras que los demócratas exigen negociar antes cualquier concesión sobre la Ley de Cuidado de Salud Asequible. La falta de consenso derivó en el cierre de agencias federales y en la suspensión de programas clave.
El presidente Donald Trump ha intensificado la presión, advirtiendo que el cierre podría usarse para reducir permanentemente el tamaño del Estado. Desde la Casa Blanca también se amenaza con cancelar programas prioritarios para la oposición, lo que ha elevado la tensión política.
En el Senado, algunos legisladores demócratas mostraron disposición a apoyar el plan republicano, aunque la mayoría se mantiene firme bajo el liderazgo de Chuck Schumer. Por su parte, los conservadores planean someter el mismo proyecto a repetidas votaciones hasta lograr que suficientes senadores cedan.
El cierre genera preocupación por el impacto económico y social. Expertos advierten que, si los subsidios expiran a fin de año, las primas de salud podrían dispararse hasta un 75 % en 2026, afectando a millones de familias.
Con ambos partidos atrincherados, el desenlace del enfrentamiento es incierto y cada día de parálisis aumenta la presión sobre el Capitolio.