Hassan Nasrallah, el carismático y controvertido líder de Hezbollah, ha dejado un legado complejo tras su muerte el 27 de septiembre de 2024. Desde su ascenso meteórico en las filas de la organización hasta su final trágico, Nasrallah personificó la resistencia y el conflicto en el Líbano.
Nacido en 1960 en los suburbios de Beirut, Nasrallah se forjó en el crisol de la guerra civil libanesa. A los 16 años, ya estaba inmerso en la política chií, viajando a Irak para estudiar bajo la tutela de importantes líderes religiosos. Su camino lo llevó de Amal a Hezbollah, donde ascendió rápidamente, asumiendo el liderazgo a los 32 años tras el asesinato de su mentor, Abbas al-Moussawi.
Durante sus 32 años al frente de Hezbollah, Nasrallah transformó la organización en una fuerza política y militar formidable. Su liderazgo estuvo marcado por conflictos con Israel, incluyendo la retirada israelí del sur del Líbano en 2000, vista como una victoria para Hezbollah.
La vida personal de Nasrallah también estuvo entrelazada con la lucha. La pérdida de su hijo Muhammad Hadi en 1997 en un enfrentamiento con Israel reforzó su imagen de líder dispuesto a sacrificarlo todo por su causa.
El final de Nasrallah llegó de manera similar a la de su predecesor, en un ataque aéreo israelí que también se cobró la vida de su hija Zainab. Su muerte marca el fin de una era para Hezbollah y plantea interrogantes sobre el futuro de la organización y la estabilidad en la región.