En un descubrimiento arqueológico sin precedentes, científicos egipcios y estadounidenses han desenterrado una antigua tumba familiar de 3.800 años en la necrópolis de Asasif del Sur, cerca del Templo de Hatshepsut en Luxor, Egipto. Esta tumba, datada en el Imperio Medio (1938 a. C. – 1630 a. C.), contiene 11 entierros sellados, que probablemente corresponden a varias generaciones de una familia de las XII y XIII Dinastías.
Los restos humanos, que incluyen cinco mujeres, dos hombres, tres niños y un individuo de sexo no identificado, se encontraban dispuestos en ataúdes de madera, aunque estos fueron en su mayoría destruidos por antiguas inundaciones. A pesar de ello, los arqueólogos pudieron reconstruir la disposición de los cuerpos, lo que ofrece una visión única sobre las prácticas funerarias de la época.
Entre los objetos encontrados en la tumba se hallaron impresionantes joyas y artefactos funerarios que arrojan luz sobre las creencias espirituales del pueblo egipcio. Destacan piezas como collares, pulseras, anillos con forma de escarabajo y un elaborado collar de 30 cuentas de amatista, que reflejan el estatus social y las creencias de la familia. Además, se descubrieron espejos de cobre con detalles simbólicos y figuras de fertilidad, entre ellas una figura de cerámica verde azulada.
Este hallazgo proporciona una importante ventana al mundo espiritual de los antiguos egipcios, revelando los rituales funerarios y los objetos que acompañaban a los difuntos en su viaje hacia el más allá. Los símbolos de protección, como los amuletos en forma de hipopótamo, eran fundamentales para garantizar la seguridad de los difuntos en su transición hacia la vida después de la muerte.