La guerra en Oriente Próximo ha tomado un giro drástico tras el lanzamiento de casi 200 misiles por parte de Irán contra Israel el 1 de octubre, lo que podría desencadenar una guerra regional a gran escala. Israel, en plena invasión terrestre en el sur de Líbano contra Hezbollah, se enfrenta ahora a una justificación para lanzar ataques directos contra Irán, posiblemente enfocándose en instalaciones nucleares iraníes.
Este ataque llega en un momento de alta tensión tras la muerte de Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, y el asesinato de un general iraní en Beirut, lo que algunos consideran una provocación para atraer a Irán al conflicto. Aunque el ataque de misiles iraníes fue interceptado con éxito por las defensas aéreas de Israel y buques de la Armada de EE.UU., el impacto estratégico es profundo.
Mientras tanto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) continúan con las incursiones en Líbano, bombardeando infraestructura militar de Hezbollah, en una posible preparación para una ofensiva a gran escala. La invasión terrestre podría ampliar el conflicto, lo que pone en riesgo la estabilidad de toda la región.