James Cameron, uno de los cineastas más influyentes del siglo XXI, ha sido definido tanto por su exigente carácter como por su visión artística audaz. Con 70 años, el realizador de Titanic y Avatar es reconocido por su perfeccionismo y su estilo inflexible de dirección, aunque este enfoque ha sido clave en la creación de algunas de las películas más exitosas de la historia del cine.
Según un artículo del portal Far Out, el canadiense encontró inspiración en dos nombres fundamentales: George Lucas y George Miller. Star Wars y Mad Max no solo despertaron su imaginación, sino que le revelaron cómo el cine podía ser un vehículo para contar historias épicas usando la tecnología como herramienta narrativa. Cameron absorbió esa lección y la llevó más lejos, incorporando ciencia ficción, emociones humanas y avances técnicos pioneros.
Su fama de director difícil convive con una creatividad desbordante. A pesar de su actitud meticulosa, sus filmes exploran mundos fantásticos, desde los océanos profundos hasta planetas remotos con criaturas azules. Para Cameron, la disciplina y la innovación no son opuestas, sino inseparables.
De Lucas aprendió la construcción de universos; de Miller, la acción visualmente visceral. Pero fue su propia obsesión con la excelencia lo que lo convirtió en un verdadero visionario del cine.
