En su primera aparición como pontífice, el papa León XIV ofreció tres señales que delinean la dirección de su liderazgo al frente de los 1.400 millones de fieles de la Iglesia Católica. Primero, evocó su cercanía con el papa Francisco, fallecido recientemente, recordando su mensaje de esperanza: “Dios ama a todos y el mal no prevalecerá”. Esta continuidad refleja una intención pastoral centrada en la fe popular y la inclusión. En segundo lugar, centró su discurso inaugural en el valor de la paz, sin mencionar a su país natal, Estados Unidos, y recurriendo al italiano para subrayar su rol universal. Con la frase “La pace sia con tutti voi”, propuso una paz humilde y perseverante. La tercera pista estuvo en su vestimenta: usó una capa roja sobre su sotana blanca, un signo de respeto por la tradición que marca distancia con el estilo más austero de Francisco. León XIV, nacido en Chicago pero con nacionalidad peruana, combina sensibilidad social, herencia misionera y visión global. Su papado parece orientarse hacia la justicia social, la continuidad espiritual y un leve retorno a elementos clásicos del pontificado. Estas señales perfilan un liderazgo equilibrado entre renovación y tradición.