Uno de los síntomas más representativos del COVID-19 es la pérdida de gusto y los trastornos olfativos, ahora un estudio ha encontrado que cuanto más leve sea la enfermedad del paciente mayor pérdida de olfato tiende a presentar.
El Covid-19tiene diversos síntomas que se pueden confundir con una gripe o resfriado, sin embargo, hay una característica que aparece en una gran parte de los pacientes con la enfermedad, se trata de la falta de gusto y olfato. Ahora, una investigación ha encontrado que existe una relación entre la gravedad con la que se presenta la infección y una mayor o menor pérdida del olfato.
Según el estudio, que se ha dado a conocer en el Journal of Internal Medicine, el 74,2% de los participantes, 2.600 pacientes con contagiados de SARS-COV-2 que estaban ingresados en 18 hospitales de Europa, tenían hiposmia o anosmia, es decir, una pérdida parcial o total del sentido del olfato. Con esta cifra, se puede decir que los problemas en la capacidad de oler son uno de los síntomas más prevalentes asociados a la infección por el nuevo coronavirus, pues estuvo más presente que otros signos respiratorios, como la dificultad respiratoria, la tos o la fiebre, que se manifestaron entre el 40% y el 50% de los individuos.
El 85,9% de los pacientes leves perdieron el olfato por completo y en los moderados o graves no llegaban al 7%
Pero lo verdaderamente relevante fue la diferencia que existía entre los pacientes leves y los más graves, pues la anosmia estaba presente en el 85,9% de los primeros y en los que tenían la enfermedad de manera moderada o grave no llegaban a superar el 7%.
Solo el 10% de los casos graves pierden el olfato
Jérome Lechien, uno de los autores del estudio ha explicado que: “Es como una marca natural para reconocer la firma del virus. Cuando compruebas la prevalencia de la disfunción olfatoria entre todos los grupos con respecto a la gravedad, se puede observar que, en pacientes graves o críticos, se da apenas en el 10% de los casos”.
Entre los participantes con problemas de olfato, más de la mitad también presentaba alteraciones en el gusto, llamada disgeusia, principalmente con los cuatro sabores principales. También 1.000 de ellos padecían cacosmia, un trastorno olfativo en el que se huele mal lo que antes era un olor agradable, y dos de cada diez declararon percibir olores inexistentes, conocido como fantosmia.
Carlos Miguel Chiesa, coautor de la investigación, ha aclarado que estas alteraciones pueden deberse a una causa física o a alteraciones neurológicas, pues el COVID-19 podrían perder el olfato como consecuencia del proceso inflamatorio del bulbo olfatorio o como parte de la recuperación nerviosa. Según explica, la falta de capacidad para oler podría ser un síntoma de la enfermedad o una prueba de que el paciente se está recuperando.
En el trabajo se encontró que este trastorno olfativo acaba remitiendo en la mayoría de los casos, pues más de la mitad de los pacientes lo recuperaron al mes de aparecer como síntoma. Además, aunque no analizaron las causas de la relación con la gravedad de la enfermedad, creen que se debe a que en los casos leves el virus no pasa de la nariz, pues se ensaña con las mucosas nasales. La otra posibilidad que plantean es que los que están graves o críticos no estén en condiciones de valorar su nivel olfativo.