En la reciente cumbre del G20 en Río de Janeiro, la propuesta de reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzada por el presidente brasileño Lula Da Silva se convirtió en un nuevo punto de conflicto con el líder argentino Javier Milei. Lula busca redirigir los esfuerzos de los organismos multilaterales de crédito hacia la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la inclusión financiera, una agenda que contaría con el apoyo de China y ciertos sectores dentro del FMI y el Banco Mundial. Este enfoque, según los aliados de Lula, se presenta como una respuesta a la creciente polarización internacional y las políticas aislacionistas, como las propuestas por el expresidente estadounidense Donald Trump.
El presidente de Brasil ha propuesto además una reforma de los indicadores y las métricas utilizadas por el FMI, que tradicionalmente se centran en el ajuste fiscal y las políticas de austeridad. Esta propuesta no ha sido bien recibida por Milei, quien busca obtener un crédito del FMI para resolver la crisis cambiaria de Argentina. El enfoque de Lula sobre «objetivos sostenibles» en la política económica choca con las metas más agresivas de Milei, que apuesta por un ajuste estructural inmediato y una reducción drástica del gasto público, lo que genera una clara división entre ambos mandatarios.
La propuesta de Lula también incluye un impuesto a los súper ricos, una medida que respalda la estabilidad fiscal, pero que entra en conflicto con la visión de Milei, que rechaza cualquier forma de carga impositiva elevada. Mientras tanto, el respaldo de Xi Jinping a las reformas de Lula refuerza su posición en el escenario internacional, particularmente ante la creciente influencia de Estados Unidos y sus aliados.