O.J. Simpson, exjugador de la NFL y figura polémica del siglo XX, falleció este jueves a los 76 años tras una batalla contra el cáncer de próstata. Su partida deja un legado complejo, marcado por el éxito deportivo, la tragedia personal y la controversia legal.
Simpson brilló en el fútbol americano durante la década de 1970. Jugó para los Buffalo Bills y los San Francisco 49ers, rompiendo récords y ganando el premio al MVP de la NFL en 1973. Tras su retiro, fue incluido en el Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional en 1985.
Sin embargo, su vida fuera del campo estuvo plagada de escándalos. En 1994, fue acusado del asesinato de su exesposa, Nicole Brown Simpson, y su amigo Ron Goldman. Un juicio mediático de alta cobertura lo absolvió de los cargos, pero el caso manchó su reputación para siempre.
En 2007, Simpson fue condenado por robo a mano armada en un hotel de Las Vegas. Cumplió nueve años en prisión antes de ser liberado en 2017.
La muerte de O.J. Simpson cierra un capítulo turbulento en la historia estadounidense. Su legado es una mezcla de talento deportivo, tragedia personal y controversia legal.
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