La asunción presidencial en Guatemala prevista para este domingo enfrentó momentos de zozobra que pusieron en vilo al sistema democrático de ese país, luego de que discussiones en el Congreso sobre la acreditación de nuevos legisladores demoraran por horas el acto de traspaso de mando al presidente electo Bernardo Arévalo.
Ante la creciente incertidumbre y temores de una ruptura institucional, varios gobiernos de América Latina elevamos sus voces en respaldo al respeto del veredicto electoral que dio el triunfo a Arévalo el año pasado.
Uno de los pronunciamientos más enfáticos provino de Paraguay, por intermedio de su presidente Santiago Peña, quien no dudó en defender con firmeza la legitimidad de los comicios guatemaltecos y el derecho del nuevo mandatario a asumir sin más dilaciones su cargo.
“La voluntad popular se respeta, por eso elevamos nuestra voz en defensa de la democracia. Es inadmisible una interrupción en ese proceso”, declaró Peña de manera contundente.
Asimismo, en coordinación con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, el jefe de Estado paraguayo suscribió y difundió un enérgico comunicado dirigido al Congreso guatemalteco urgiéndolo a facilitar de inmediato la asunción de Arévalo.
“El pueblo guatemalteco expresó su voluntad democrática en elecciones justas, libres y transparentes, avaladas por la comunidad internacional. Esa voluntad deber ser respetada”, rezaba el texto conjunto.
Finalmente, tras largas horas de zozobra, el parlamento guatemalteco cedió a las presiones y avanzó con el acto de asunción del nuevo gobierno, restituyendo el hilo democrático. Finalmente juro Bernardo Arévalo de León, como nuevo Presidente de Guatemala. En buena medida, gracias al firme y oportuno respaldo brindado por naciones como Paraguay a las instituciones constitucionales del país centroamericano.