El conflicto entre Rusia y Ucrania volvió a escalar este fin de semana con un ataque masivo de misiles y drones rusos que se prolongó por más de 12 horas. Según las autoridades ucranianas, cuatro personas murieron y al menos 70 resultaron heridas tras los bombardeos, que afectaron a múltiples ciudades.
El presidente Volodímir Zelenski calificó los hechos como “un ataque terrorista deliberado y selectivo contra ciudades comunes”, y detalló que en la ofensiva se emplearon casi 500 drones de ataque y más de 40 misiles, incluidos misiles hipersónicos Kinzhal.
Las fuerzas de defensa aérea de Ucrania lograron interceptar una parte significativa de los proyectiles, pero la magnitud del ataque provocó daños en infraestructuras energéticas y edificios residenciales.
El episodio ocurre pocos días después de que Zelenski advirtiera que Vladímir Putin podría estar preparando una agresión contra otro país europeo, elevando la preocupación en la región. Varios gobiernos europeos han denunciado recientemente incursiones de aviones y drones rusos en su espacio aéreo, acusaciones que Moscú rechaza.
La comunidad internacional volvió a condenar la ofensiva, mientras Ucrania reclama más apoyo militar y defensivo para resistir lo que describen como una estrategia de desgaste por parte del Kremlin.
