sábado, julio 27, 2024

Secretos y misterios de Roswell, el centro mundial de las conspiraciones sobre ovnis y extraterrestres

]En 1947, Roswell era solo un tranquilo pueblo en Nuevo México, Estados Unidos. Sin embargo, la denuncia de un granjero sobre la caída de objetos metálicos cerca de su casa, junto con los experimentos secretos de la Guerra Fría en esa zona, abrieron una puerta que aún no se ha cerrado: ¿se estrelló un platillo volador y se rescataron cadáveres de extraterrestres?

Aquella noche de verano, cálida y estrellada, algo cayó del cielo cerca de Roswell, una ciudad pacífica y silenciosa en el corazón de la cuenca lechera de Nuevo México. Por lo general, lo que cae del cielo es considerado bueno, ya sean materiales o inmateriales, lluvias o bendiciones. Nada que provenga de lo celestial puede tener malas intenciones. Incluso las tormentas, los tornados, los rayos y los diluvios, a pesar de su mala reputación, tienen un sesgo purificador y hasta divino.

Lo que cayó del cielo en Roswell cambió la vida de la ciudad para siempre. Y, muchos años después, desencadenó un debate sobre los OVNIs, la posible existencia de vida extraterrestre nunca identificada, la inteligencia de otros mundos y las visitas sigilosas, sutiles e incluso astutas de seres de otras galaxias que, siendo siempre más inteligentes que nosotros, vienen de vez en cuando para observar cómo seguimos funcionando a pesar de Vladimir Putin y sus allegados.

El artefacto que cayó del cielo en el rancho de Roswell hace setenta y seis años, el 2 de julio de 1947, apenas llamó la atención. Si alguien lo vio, lo habrá considerado una estrella fugaz, un deseo incumplido o simplemente una casualidad. Fue recién tres días después que el propietario de las tierras donde cayó el objeto se acercó a la oficina del alguacil del condado de Chaves para denunciar el incidente.

A partir de ese momento, y con el paso del tiempo, estalló una batalla entre la razón y la fe, entre lo fundamentado y la especulación, entre lo sensato y lo absurdo. Roswell se convirtió en el epicentro de una batalla que desmintió informes y evidencias, sembró la duda y la desconfianza, y de alguna manera tejó para siempre el entramado intrigante de las noticias falsas. Lo malo de las noticias falsas es que siempre hay mucha gente dispuesta a creer en ellas.

La portada del diario de Roswell con el anuncio de que la Fuerza Aérea había capturado un OVNI fue la chispa que encendió la mecha de las conspiraciones sobre extraterrestres. El granjero Mac Brazel, quien fue a denunciar la caída del objeto casi en su patio trasero, también habló con los periodistas del diario local, el «Roswell Daily Record». Alguien se entrometió en el asunto, y hablar del diablo en relación a las cosas que caen del cielo no es sencillo. El 8 de julio, el «Roswell Daily Record» publicó un titular que revelaba un hecho sensacional: «Las Fuerzas Aéreas capturan un platillo volador en un rancho cerca de Roswell».

La «captura» en realidad no existió, ya que el objeto había caído del cielo en el rancho de Brazel. Sin embargo, lo del platillo volador fue la noticia impactante. Fue entonces cuando el comandante Jesse Marcel, de la Oficina de Inteligencia del Grupo de Bombarderos 509, se hizo cargo de todo y llevó los restos hasta Fort Worth, Texas. Allí mostró su hallazgo al general de brigada Roger Ramey, quien identificó los desechos como los de un globo meteorológico. Aunque ambos objetos caigan del cielo, un platillo volador y un globo meteorológico no son lo mismo. Pero si había alguna duda de la veracidad de las palabras de Ramey, el profesor Charles B. Moore, de la Universidad de Nueva York, quien había desarrollado los globos meteorológicos utilizados por Estados Unidos, la disipó al confirmar el origen del hallazgo.

Los globos meteorológicos que surcaban los cielos de Roswell tampoco eran lo que parecían. Eran globos equipados con un sistema de escucha hipersensible, con los cuales Estados Unidos intentaba, o planeaba, espiar a la Unión Soviética. Esto formaba parte de un proyecto secreto que no se podía revelar. En 1947, los antiguos aliados en la lucha contra Hitler, Estados Unidos y la URSS, se habían convertido en enemigos. Estados Unidos tenía armas atómicas, y la URSS estaba intentando desarrollar las suyas. Los globos espías estadounidenses volaban a gran altura para intentar detectar algún sonido que demostrara que la URSS había detonado un arma atómica.

Así, el 9 de julio, al día siguiente del gran anuncio, el «Roswell Daily» tituló: «Ramey desmiente el asunto del platillo volador». Ramey era una autoridad reconocida, un héroe de la Segunda Guerra Mundial y, en 1947, comandante de la Octava Fuerza Aérea. Más adelante volvería a la batalla durante la Guerra de Corea en los años 50 y regresaría condecorado. Pero, ¿de dónde había surgido la historia del platillo volador? Podría haber sido un exceso de interpretación periodística o que el granjero Brazel hubiera hablado de más. O tal vez ambas cosas. Porque días después de la desmentida de Ramey, el «Roswell Daily» publicó el titular: «El acosado granjero que encontró el ‘plato’ lamenta haberlo mencionado». Nada sucedía por casualidad. No dejaban en paz al granjero porque la prensa había sido autorizada para fotografiar los restos enviados a Fort Worth: tiras de goma, papel de aluminio, cartón y varillas de madera. Luego, cuando surgieron las teorías conspirativas y los especialistas en ovnis, los ufólogos, afirmarían que los verdaderos restos habían sido ocultados en Fort Worth y cambiados por los de un globo meteorológico.

Un episodio gracioso reveló el germen de lo que estaba por venir. Los teóricos de los platillos voladores interpretaron, y tergiversaron, una descripción dada por Brazel, quien mencionó unas cintas adhesivas con diseños florales mezcladas entre los restos. ¡Noooo!, dijeron los ufólogos, eran cintas con jeroglíficos o caracteres de un idioma alienígena. Resultó que eran cintas adhesivas con lirios, caléndulas, margaritas y rosas impresas por una empresa juguetera de Nueva York, a la cual el Departamento de Defensa le había comprado cientos de miles de metros para utilizar en sus globos meteorológicos o globos espías. El espionaje y las cintas adhesivas tipo scotch nos hablan de una época precaria y ferviente en imaginación.

Hay una verdad que se dice muy poco en medio de esta contienda de certezas, mentiras, invenciones, especulaciones, documentos y filmaciones legítimas y falsas: Roswell no era simplemente el escenario idílico de vacas pastando, rumiando y produciendo leche para los niños estadounidenses. O al menos no solo eso. Entre 1930 y 1941, Roswell fue la sede de la 509ª Escuela de Bombarderos, donde los pilotos de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos se entrenaban para utilizar las últimas tecnologías en la guerra aérea. Era un lugar de vanguardia y experimentación militar en plena Guerra Fría.

Hoy en día, el incidente de Roswell sigue siendo objeto de controversia y debate. Algunos creen firmemente en la teoría de que el gobierno de los Estados Unidos encubrió la recuperación de una nave extraterrestre y la presencia de seres extraterrestres en el lugar del accidente. Otros argumentan que todo se trata de malentendidos, desinformación y especulación. A pesar de los informes y explicaciones oficiales, el misterio y la intriga que rodean a Roswell continúan fascinando a muchas personas en todo el mundo, convirtiéndolo en el epicentro mundial de las conspiraciones sobre ovnis y extraterrestres.

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