En Venezuela, la noche posterior al controversial proceso electoral que declaró la reelección de Nicolás Maduro, estalló en violencia con múltiples enfrentamientos armados. Informes indican que colectivos, grupos paramilitares afines al régimen, atacaron barrios populares como Petare y zonas rurales de los llanos, resultando en la desaparición de jóvenes y al menos 20 muertos.
Los estados fronterizos, incluyendo Zulia, Táchira y Apure, entre otros, están bajo una fuerte presencia de guerrilleros y paramilitares leales al gobierno, generando una situación de extrema precaución para los habitantes.
El régimen de Maduro, en un intento de controlar la situación, ha fortalecido unidades militares leales y ha buscado sofocar cualquier disidencia dentro de las Fuerzas Armadas, bloqueando canales de comunicación y tomando acciones drásticas contra cualquier indicio de levantamiento.
Además, se ha reportado la presencia de agentes rusos y cubanos en algunos cuarteles, aumentando la tensión y el riesgo de enfrentamientos armados. La ciudadanía es advertida de mantenerse alejada de la Guardia Nacional y de las fuerzas policiales regionales, ya que se han involucrado en la represión de las protestas.
La situación en Caracas y otras ciudades sigue siendo crítica, con una fuerte presencia de fuerzas del régimen y un creciente número de muertos y heridos entre los manifestantes. La comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de la seguridad y los derechos humanos en el país.
