El gobierno de Lula ha revelado un plan audaz para revitalizar la industria brasileña, proyectando su implementación hasta el año 2033. Con el objetivo de recuperar la competitividad perdida, el programa implica una marcada intervención estatal y medidas proteccionistas en seis áreas clave.
El nuevo enfoque se basa en la Teoría Monetaria Moderna (TMM), defendiendo la intervención estatal mediante políticas fiscales expansivas. Con una inversión de 300.000 millones de reales a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), el gobierno busca estimular la economía y superar el estancamiento registrado en el último año.
El programa aborda la mecanización del 70% de las granjas familiares, priorizando la producción local de maquinaria. Además, busca aumentar la producción nacional de medicamentos, vacunas y equipos médicos del 42% al 70%. También se enfoca en la reducción del tiempo de desplazamiento urbano en un 20%, la digitalización del 90% de las empresas industriales y la descarbonización con un aumento del 50% en la cuota de biocombustibles.
Las críticas no han tardado en surgir, señalando similitudes con programas anteriores que no cumplieron sus expectativas. El temor a un nuevo endeudamiento y los riesgos asociados a la intervención estatal han generado escepticismo en algunos sectores.
El programa también incluye políticas de obras públicas y contrataciones, incentivando a las empresas locales. Sin embargo, las presiones a la empresa minera Vale para nombrar a Guido Mantega como presidente generan controversias y temores de chantaje. Mantega, exministro de Economía imputado en la operación Lava Jato, es cuestionado por su rol en la recesión de 2015 y su falta de experiencia como CEO de una empresa de la magnitud de Vale.
La incertidumbre económica persiste, y el desafío de alcanzar el objetivo de déficit cero para 2024 aumenta. Mientras Brasil busca reinventarse industrialmente, enfrenta desafíos críticos, desde el contrabando de ganado hasta tensiones en el sector minero. La ambición del plan de Lula definirá el rumbo económico del gigante sudamericano en los próximos años.