Hace un mes , el 19 de Febrero pasado decíamos en esta columna que la única salvación de “la gente” era la consecución de las vacunas contra COVID.
Desde aquella fecha hasta hoy solamente unas 20.000 dosis llegaron y se llevan vacunados unos 12.000 funcionarios del área de salud.
No se vislumbra la posibilidad que unas 500.000 vacunas y mucho menos 1.000.000 lleguen en el corto plazo.
Mientras tanto ya nos dicen que la cepa brasileña (de ato nivel de contagio) está entre nosotros, que los servicios sanitarios públicos y privados están colapsados (no hay lugar para enfermos ni para internación ni en las UTIs). Hay que esperar que muera un enfermo para que otro pueda ser atendido.
Frente a ellos están las medidas de restricción de circulación ciudadana, y mantenimiento de distancia social, que propuso el Gobierno, limitando las horas de circulación, y restringiendo los horarios y turnos de trabajo del sector público e instando al sector privado a hacer lo mismo.
Ante este panorama dantesco la pregunta que cabe es “¿Tan grande es la soberbia o el infantilismo de las autoridades que no ven lo que cada sesenta días se está pre anunciando?”, esperan que ocurran los hechos para luego actuar tibiamente.
El estado de ánimo de la comunidad es de temor y angustia que no se saca sino con soluciones concretas, mas camas de terapia, mas medicamentos para internados y mas vacunas para la población que azorada ve como caen muertos familiares y amigos a su derecha e izquierda.
