Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) los sistemas de protección social universales inclusivos y redistributivos podrían ser a largo plazo una solución para reducir la alta desigualdad y los efectos de la baja productividad.
En la mayoría de los países de América Latina, hay más trabajadores informales que en situación de pobreza, y la mayoría de los trabajadores en situación de pobreza son informales. En ese sentido, las tasas de pobreza se redujeron en parte importante porque los hogares reciben transferencias y no porque los ingresos de los hogares pobres hayan aumentado, por lo que la seguridad social (contra la informalidad) y la asistencia social (contra la pobreza) deberían ser complementos y no sustitutos en un sistema de protección social.
Para ello, el PNUD cita 3 dimensiones complementarias de un sistema eficiente: toda la población expuesta a un determinado riesgo debe ser cubierta a través de un mismo programa; la fuente de financiamiento debe ser la misma para cada programa, en función del tipo de riesgo cubierto; y si los programas brindan beneficios en especie, la calidad debe ser la misma para todos.
